Sorpresa es la palabra que define con más precisión cómo le cayeron a Victoria Villarruel y a su círculo más íntimo las duras palabras con las que Javier Milei se despachó anoche cuando afirmó que la vicepresidenta no tiene injerencias en la toma de decisiones del Gobierno y la acusó de “estar cerca de la casta”, un pecado capital para el evangelio libertario de la Casa Rosada.